Chillán, Miércoles 30 de Octubre  2024
7 de septiembre de 2020
La gran preocupación al incio de la pandemia era contar con camas críticas en cantidad suficiente para atender los casos más complejos con el Sars Cov-2 y el Hospital Clínico Herminda Martín cumplió prácticamente triplicando la cantidad de ventiladores mecánicos. No obstante, los pacientes con patologías graves, que requerían cuidados intensivos, seguían presentándose día a día, por lo que el Servicio de Anestesia y Pabellones, asumió el desafío de implementar en las dependencias de la sala de recuperación anestésica, la primera UCI No Covid del Hospital, que entró en funcionamiento el pasado 2 de abril.
La Jefa de esa Unidad, la Dra. Luz María Morán, contó que si bien fue un cambio importante en el funcionamiento, “como anestesistas estábamos preparados para cuidar a los pacientes críticos, ya que en nuestra formación contamos con esos conocimientos, además confiábamos en nuestro personal, pues por la complejidad de la unidad ya habíamos atendido a usuarios de este tipo. Para reforzar los conocimientos, nos capacitamos en ventilación mecánica, drogas vasoactivas y el funcionamiento de las máquinas de anestesia como ventiladores”.
En medio de las readecuaciones hospitalarias, la Dra. Morán ofreció su unidad para ser la primera UCI No COVID. “Después del comité de crisis, supimos de la necesidad de apertura para recibir a los pacientes críticos, llegué a mi servicio y les dije ‘la UCI va y va ahora’, así es que en dos horas la armamos, trasladamos nuestros pacientes, ordenamos los muebles, los funcionarios que iban a tener el primer turno fueron a sus hogares a buscar sus cosas para enfrentar las siguientes 24 horas, y a las 14 horas ya estábamos recibiendo a los primeras personas derivadas de la Unidad de Cuidados Críticos”.
Durante los meses que ha estado en funcionamiento un total de 154 personas han sido hospitalizados en alguno de los 9 cupos disponibles. Los diagnósticos más fecuentes: insuficiencias renales, cardíacas, post infartos, politraumatismos y neuroquirúrgicos.
TRABAJO EN EQUIPO Y SINCRONÍA
Actualmente, la doctora Morán asegura que “estoy muy orgullosa de mi Unidad porque esto resultó gracias a que todos se subieron al carro, todos trabajaron en conjunto, como un gran equipo de aproximadamente 37 personas”.
Uno de ellos, fue el enfermero Patricio Muñoz, quien lleva 3 años en el servicio, realizando un trabajo que describe como de gestión. Él detalló que “al asumir funciones en la nueva UCI, hubo un cambio total, porque el trabajo era más clínico, además que hacer turnos de 24 horas y estar al cuidado de una persona en estado crítico es extenuante. Para mí fue una noticia repentina, que me sacó de mi zona de confort y me motivó a reforzar mis conocimientos, para dejar los sentimientos como el temor a lo desconocido de lado y aperrar, porque fuimos el segundo turno y estábamos en pandemia, era lo que teníamos qué hacer”.
El vínculo con los colegas y los pacientes es una de las grandes diferencias con el rol que desempeñana antes. “En pabellones éstos solo permanecen mientras se extiende la cirugía y se recuperan de la anestesia. En cambio, en la UCI las estadías son prolongadas y eso lleva a los usuarios de alta y recuperados a mantener la comunicación con nosotros mediante correos electrónicos, con fotos y comentarios de su bienestar, algo que te reconforta como profesional y persona”, contó Muñoz.
DESAFÍOS Y APRENDIZAJES NUEVOS
Para el anestesista Dr. Alejandro Beltrán, jefe técnico de la UCI No Covid, ha sido una experiencia satisfactoria porque se refuerza el vínculo con el paciente. “Ver a los usuarios evolucionando de manera positiva es reconfortante para el equipo completo, saber que superan la gravedad y que luego pueden ir a sus casas caminando, es muy grato y distinto a la experiencia que teníamos en nuestra especialidad”, comentó el Dr. Beltrán.
El médico describió cómo fue el primer día de turno –segundo día de funcionamiento UCI- “recuerdo detalles tan simples como el lugar para ubicar los medicamentos o los implementos para la evaluación clínica se diferenciaba de cómo acostumbrábamos en la Recuperación y al cabo de dos semanas ya habíamos sintonizado con la forma adecuada: una unidad para cada paciente con todo lo necesario, fonendo, alcohol, tórulas, guantes, reorganizándonos y entrenando en equipo, gracias a la colaboración de los médicos intensivistas de la UCI, de las enfermeras y técnicos que nos retroalimentaban en nuestras falencias”.
Asimismo el Dr. Beltrán aseguró que otro proceso distinto fue la entrega información a los familiares, pues como anestesista son muy pocas las veces que interactúan con familiares, siendo normalmente el cirujano el encargado de ello. Esto se hace cada día telefónicamente debido a la restricción de visitas por la pandemia. El especialista sostuvo que “tratar a pacientes graves e intentar comunicar el estado de salud a un interlocutor desconocido, es muy difícil e impersonal, pero es necesario porque es la única manera en que los familiares conocen la realidad del hospitalizado”.
Si bien, hubo inconvenientes como en todo nuevo proceso y aprendizaje, la UCI No Covid dejó lecciones positivas para el equipo asistencial protagonista y permitió tratar a más de un centenar de personas. Además, amplió la capacidad instalada del HCHM, lo que deja como objetivo a largo plazo, la mantención de esta Unidad Intensiva, como una quirúrgica, que favorezca a quienes requieren una intervención y posterior a ello, un cupo UCI.
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