Chillán, Jueves 21 de Noviembre  2024
8 de febrero de 2022
A nadie le gustan las agujas, pero hay personas que pese a que los pinchazos incomodan y causan dolor deben acostumbrarse a ellos, pues requieren inyectarse insulina al menos unas seis veces al día, o sea, unas 180 punciones todos los meses, para controlar sus niveles de azúcar en la sangre a causa de la Diabetes tipo 1.
Cuando se trata de niñas o niños, esta rutina se torna más compleja. De ahí la alegría de Amanda, de solo 5 años, y su familia, cuando la llamaron del Hospital Clínico Herminda Martín, donde está en tratamiento por su enfermedad, para contarle que tendría una bomba de infusión continua de insulina como beneficiaria de la Ley Ricarte Soto, que considera el costo del dispositivo y de los insumos mensuales que requiere para su funcionamiento.
Amanda fue diagnosticada con diabetes el 2019. “Cuando nos dieron el diagnóstico no sabíamos qué era la diabetes tipo 1. Para mi marido fue difícil aceptarlo, para mí fue doloroso los primeros minutos, luego tenía solo una opción, ocuparme de lo que estaba pasando y ser fuerte para ella. Aprender todo sobre la enfermedad y mantener mi mente abierta a todo lo que pudiera suceder”, recuerda su mamá, Odette Solís.
“Para toda la familia ha sido una aventura en la cual hemos aprendido, entre otras cosas, a vivir un día a la vez. No ha sido fácil, tener una hija con diabetes tipo 1 es un gran desafío y requiere de aprendizaje constante y de mucha responsabilidad. Estamos muy agradecidos de todo el equipo médico del Centro de Especialidades (CAE) del Hospital, su médica tratante, enfermera, nutricionista, psicóloga, TENS. El apoyo que todas ellas nos han dado, el traspaso de conocimiento y su calidad humana”, contó Odette.
Amanda, junto con Francisca Muñoz, de 16 años, y que también acaba de recibir la bomba de infusión en el Hospital de Chillán, cumplían con todos los criterios clínicos para optar a este tratamiento, convirtiéndose así en las primeras pacientes pediátricas de la Región de Ñuble beneficiarias de la Ley Ricarte Soto que cuentan con este dispositivo para cuidar su salud y mejorar su calidad de vida, dejando de lado las hasta 180 inyecciones de insulina que debían administrarse al mes.
¿Cómo funciona la bomba de infusión?
Este aparato portátil, similar al tamaño de un teléfono celular, es muy cómodo y amigable. Funciona a través de un pequeño tubo (catéter) y una cánula que se implantan bajo la piel y permite que la bomba administre insulina las 24 horas del días simulando la función realizada por el páncreas. El artefacto posee un sensor que monitoriza la glicemia en todo momento y así adapta y entrega la dosis justa de insulina que requiere cada paciente.
La diabetóloga Paulina Schneider, de la Unidad de Diabetes Mellitus del Hospital Clínico Herminda Martín, destacó que “con este nuevo aparato, los padres podrán sentirse más seguros, ya que sus hijos o hijas estarán menos expuestos a las temidas hipoglicemias o a descompensaciones graves. Con ello, mejorarán su calidad de vida, porque el dispositivo es automático y se autorregula. Por ejemplo, modifica las cargas de glicemia que requieren después de hacer ejercicio y durante el descanso nocturno”, explicó.
Según la especialista, los niños y niñas que pueden postular, a través de la Ley Ricarte Soto, para acceder a este dispositivo deben cumplir con dos criterios “presentar hipoglicemias severas o inadvertidas y/o usar microdosis de insulina. Luego, estas postulaciones son evaluadas por un comité de expertos del Ministerio de Salud”.
Cabe destacar que en 2017 se entregaron las primeras bombas de insulina en Ñuble a mayores de 18 años. Actualmente, 14 personas han recibido este tratamiento.
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