Chillán, Lunes 25 de Noviembre  2024
26 de enero de 2017
Nelda Ibarra, está muy agradecida de la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales del Hospital Clínico Herminda Martín de Chillán (HCHM), pues según señaló, de no haber sido por sus funcionarios y el tesón con el que su hija Elena se aferró a la vida, la historia habría sido muy diferente durante estos 21 años.
“Elena estuvo muchas veces en riesgo de morir, pues su condición de salud era muy delicada, por eso la bautizamos mientras estuvo internada. Fueron bien complicados esos meses, por eso estoy muy agradecida de las funcionarias que la atendieron porque fueron muy buenas con ella y conmigo, ya que cuando llegaba un poco alterada ellas también me contenían para entrar tranquila a ver a mi hija. En mi familia las recordamos con mucho cariño y las consideramos como otras tías de mi pequeña”, relató con emoción Nelda Ibarra.
Las vivencias de Elena, quien nació con 27 semanas de gestación y un peso de 720 gramos, es una de las tantas historias que diariamente se viven en este lugar donde están los pacientes críticos más pequeños del hospital y que junto a otras experiencias fue plasmada en la galería fotográfica que se inauguró en la entrada de las dependencias unidad, con motivo de la conmemoración de su trigésimo quinto aniversario.
“Ellos son el testimonio de que es posible lograr la sobrevida de un prematuro, minimizando al máximo las eventuales secuelas, gracias al trabajo de funcionarios comprometidos y el apoyo de sus familias, por eso quisimos rescatar sus vivencias en esta serie de retratos que nos acompañarán en nuestro trabajo diario“, explicó el Director del Hospital Dr. Rodrigo Avendaño Brandeis.
Por su parte, el neonatólogo jefe de la unidad, Dr. Julio Salas Cárcamo, junto con efectuar un balance del trabajo realizado durante estos años, destacó uno de los mayores logros del hospital local, como fue el caso de caso de Karen y Martín, bebés que nacieron el 2013 pesando menos de 400 gramos y hoy no tienen secuelas de carácter neurológicas que son las más graves y comunes para niños en su condición.
El Dr. Salas agregó que a futuro el desafío se centra en “aumentar el número de profesionales de las diversas áreas, de manera que continuemos con los buenos resultados en la sobrevida de los pequeños pero además avancemos en disminuir las secuelas que presentan para así poder brindarles la posibilidad de tener una vida lo más normal posible”.
LA EMPATÍA NO CAMBIA CON EL TIEMPO
Uno de los aspectos que rescatan todas las familias que han pasado por esta unidad, es la cercanía que se establece con los funcionarios, pues manifiestan que se crea un vínculo especial con los padres y el menor.
Para María Ester Díaz, enfermera que trabaja desde los inicios de la unidad, esto es muy importante y algo casi innato debido que se genera por “los largos períodos de hospitalización, por eso es frecuente que los funcionarios empaticemos con lo que vive la familia, ya que creamos lazos con ellos y podemos entender lo que significa tener a un hijo en estado grave”.
Respecto de la evolución durante estos años, precisó que los cambios son notorios y favorables que van desde el aumento del personal de turno hasta la incorporación de equipamiento especializado como incubadoras con sistemas de calefacción, ventiladores adecuados y otros adelantos que permiten una mejor monitorización de los niños.
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